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Julio Roca

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Julio Roca (Tucumán, 1843 – Buenos Aires, 1914) militar y político argentino que fue en dos ocasiones presidente de la República (1880-1886 y 1898-1904). Veterano de la guerra entre Buenos Aires y la Confederación (1859-1861), Julio Roca participó también en la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1865-1870). Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento reprimió el alzamiento federalista de Entre Ríos.

En 1874 sofocó la rebelión de Bartolomé Mitre contra el presidente Nicolás Avellaneda (1874-1880), lo que le valió el nombramiento de general; en 1878 se hizo cargo del ministerio de Guerra. El 14 de agosto de 1878 presentó al Congreso de la Nación un proyecto que tenía como principal objetivo acabar con los indios mediante una guerra ofensiva. Julio A. Roca modernizó las tropas y desencadenó la guerra del desierto, con la que acabó con la resistencia indígena pampeana y propició la ocupación de millones de hectáreas de tierras cultivables.

En 1880 fue elegido presidente, cargo que desempeñó hasta 1886. Desde la presidencia, Julio A. Roca impuso un gobierno autoritario (su primer periodo y el de su sucesor, Miguel Ángel Juárez Celman, es conocido como «el unicato»), si bien, al propio tiempo, sentó las bases del moderno Estado argentino al unificar la moneda y facilitar el despegue económico.

Entre su primer y su segundo mandato ejerció como ministro del Interior en el gobierno de Carlos Pellegrini (1890-1892) y presidió el senado durante la presidencia de José Evaristo Uriburu (1895-1898). Tras la victoria en los comicios de 1898, Julio Argentino Roca inició un segundo periodo (1898-1904), durante el cual resolvió los conflictos fronterizos con Chile, gracias a la buena sintonía con el presidente chileno Federico Errázuriz. Finalizado su mandato, traspasó sus poderes a su sucesor, Manuel Quintana.

Conquista del Desierto

Tras la muerte de Alsina en diciembre de 1877, Avellaneda nombró en su reemplazo al general Roca, que había criticado la supuesta actitud defensiva de Alsina. En contraste con su antecesor, que había intentado incorporar a los indígenas a la civilización occidental, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era su sometimiento definitivo. Plasmó su posición en el discurso que dio ante el Congreso Nacional el 13 de septiembre de 1878, en cual planteó la «absorción y asimilación» del indio:

Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva.

Sobre la base de esa premisa propuso un proyecto de ley para ocupar todo el territorio indígena hasta los ríos Negro y Neuquén en dos años. La Ley N.º 947 de distribución de la tierra fue sancionada el 4 de octubre de 1878, acordando 1.600.000 pesos fuertes al proyecto, cuando el plan ya estaba en marcha. En los considerandos de la ley se afirmaba que

…la presencia del indio impide el acceso al inmigrante que quiere trabajar.

y en el artículo 1° de su texto se estableció la línea de fronteras

…prévio sometimiento ó desalojo de los indios bárbaros de la Pampa,…

El presidente Avellaneda apoyó el proyecto de Roca debido a que temía la ocupación y conquista de esos territorios por el ejército chileno, ya que el área al sur del río Colorado estaba en disputa entre las dos naciones.

En efecto, una vez concluida la Guerra del Pacífico, Chile se dedicaría de lleno a dominar a los indígenas al sur del río Bío-Bío —antigua frontera entre el Imperio Español y el pueblo mapuche— a través de la Ocupación de la Araucanía.

Pero había también motivos políticos internos para el aval del presidente, ya que se incorporarían bajo jurisdicción nacional territorios que eran considerados parte de la Provincia de Buenos Aires. Así lo explica Carlos Tejedor, entonces gobernador de la provincia:

El Dr. Avellaneda perseguía su plan de destruir el poder económico de la Provincia.

La ocasión era propicia.

Acababa de morir el Dr. Alsina, y lo había reemplazado con el General Roca.

Conseguía así un doble objeto, elevar con pretesto loable la candidatdra de éste; y hacer daño á Buenos Aires, su sueño dorado de siempre.

Era como para refregarse las manos.

Luego no mas, el Ministro presentó al Congreso (Agosto 1878) un proyecto para la ocupación militar del Rio Negro, como frontera de la República sobre los indios de la pampa, declarando tierra nacional la comprendida entre la línea efectiva de aquella época, y la que debía establecerse.

El Congreso reformó este proyecto, declarando límite de las tierras nacionales la línea del Rio Negro, desde su desembocadura en el Océano, remontando su corriente hasta encontrar el grado 5o de longitud occidental del meridiano de Buenos Aires.

Por esta traza, quedaban pertenecientes al Gobierno Nacional, no solo las tierras al Sud del Rio Negro, que la Provincia entendía haber poseído como suyas, aunque no las ocupaba efectivamente sino también una población fundada con el nombre de Mercedes, en la marjen derecha del Rio.

El 11 de octubre de 1878, mediante la Ley 954, se creó la Gobernación de la Patagonia, con sede en Mercedes de Patagones, actual Viedma, cuyo primer gobernador fue el coronel Álvaro Barros; su jurisdicción alcanzaba hasta el cabo de Hornos.

A lo largo del año 1878 se lanzaron sucesivas ofensivas sobre las posiciones indígenas, causando centenares de bajas a las fuerzas de Namuncurá y la captura de los temidos caciques ranqueles Pincén, Catriel y Epumer. Unos 4.000 indígenas –en su mayoría mujeres y niños– fueron capturados en estas campañas.

En abril de 1879 se lanzó el ataque final: cinco divisiones que sumaban 6.000 hombres —incluyendo 820 indígenas aliados— avanzaron hacia el río Negro, y el ministro Roca festejó el 25 de mayo en la isla Choele Choel.13 De acuerdo a la Memoria presentada por el ministro de Guerra, 1.313 indios de lanza resultaron muertos y 1271 tomados prisioneros; cinco caciques principales fueron tomados prisioneros y uno fue muerto; 10.513 indios de chusma –mujeres y niños– fueron tomados prisioneros, y otros 1049 fueron reducidos.14 De acuerdo al informe presentado por Roca ante el Congreso, se habían tomado como prisioneros a 10.539 mujeres y niños y 2.320 guerreros.

Sobre el origen del término Conquista del Desierto hay al menos tres teorías: según una de ellas, se denominó así debido a las condiciones geográficas de la Patagonia, que presentaba un clima desértico. Según otra, la denominación deriva más del etnocentrismo del gobierno argentino: la región estaba completamente deshabitada de gente de raza blanca y civilización europea. Sólo estaba poblada por indios nómadas, representantes de la barbarie, por lo tanto, era un «desierto» de civilización.15 Una tercera hipótesis sostiene que el territorio conquistado, ocupado hasta hacía poco por más de 30.000 indígenas, en el momento de la campaña sorprendió a los expedicionarios por la escasa población, fruto de la sobreestimación de su número, de la despoblación en años recientes y de la huida de los indígenas hacia la Cordillera de los Andes.

Las tribus que sobrevivieron fueron desplazadas a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia. Unos 10 000 nativos fueron tomados prisioneros y unos 3.000 enviados a Buenos Aires, donde eran separados por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos.

Las mujeres fueron dispersas por los diferentes barrios de la ciudad como sirvientas, mientras una parte de los hombres fueron enviados a la isla Martín García, donde murieron, en su gran mayoría, a los pocos años de reclusión.

El 21 de enero de 1879, La Nación publicó la siguiente crónica:

Llegan los indios prisioneros con sus familias a los cuales los trajeron caminando en su mayor parte o en carros, la desesperación, el llanto no cesa, se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano los hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización.

Consecuencias territoriales

El Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino es considerablemente específico respecto de los resultados de la guerra, y a la opinión que el gobierno argentino tenía sobre los indígenas:

Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15 000 almas, pues pasa de 14 000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15 000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas.

Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba.

Millones de hectáreas se sumaron así a la República Argentina. Estas enormes extensiones fueron adjudicadas a bajo precio, o directamente regaladas, a terratenientes y políticos influyentes. Ya antes de la operación militar habían sido asignadas las tierras a los nuevos propietarios mediante la suscripción de 4000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2500 hectáreas. Un total de diez millones de hectáreas fueron vendidas por el estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras, mientras que el excedente obtenido, en lotes de a 40 000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1882 en Londres y París. En 1885 se cancelaron con tierras las deudas acumuladas con los soldados desde 1878; como tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo, terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera tal que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios, a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno.
Elección como presidente

Luego de la muerte repentina de Adolfo Alsina ocurrida el 29 de diciembre de 1878 cerca de Carhué, como causa de una intoxicación que afectó a sus riñones.

A mediados de 1878 el general Julio Argentino Roca, fue propuesto como candidato por su cuñado, el gobernador cordobés Miguel Juárez Celman, y en Buenos Aires por el médico Eduardo Wilde; adquiriendo rápidamente el apoyo de la mayor parte de los gobernadores argentinos. El 11 de abril se realizaron las elecciones para presidente, de las que surgió una amplia victoria para los electores de Roca, excepto en Buenos Aires y Corrientes.

El 13 de junio se reunió el Colegio Electoral, que eligió presidente al general Roca y vicepresidente a Francisco Bernabé Madero. Pero en Buenos Aires se estaba gestando una revolución contra el triunfo de Roca y el proyecto de Nicolás Avellaneda de federalizar la ciudad de Buenos Aires.
Federalización de Buenos Aires

Cuatro días más tarde de la elección de Roca como presidente comenzaron los combates, que terminaron el 25 de junio con un acuerdo entre la provincia y la Nación; la revolución de 1880 había costado 3000 muertos. Poco antes de la asunción presidencial de Roca fue aprobada en el Congreso la federalización de Buenos Aires.

Cuando el gobierno de Avellaneda anunció la decisión de legislar la federalización de Buenos Aires, Tejedor ordenó movilizaciones militares y la formación de milicias para adiestrar a los ciudadanos en el manejo de las armas. El Congreso sancionó una ley que prohibía a las provincias la movilización sin permiso expreso federal, pero Buenos Aires la ignoró, y cuando el gobierno federal ordenó la requisa de un barco cargado de armas destinadas a la milicia provincial, el coronel José Inocencio Arias impidió, por orden de Tejedor, la maniobra de las fuerzas nacionales.

Ante la actitud beligerante, Avellaneda dispuso el retiro del gobierno federal de la ciudad de Buenos Aires y decretó la designación del pueblo de Belgrano, entonces fuera del ejido porteño, como sede transitoria de gobierno. El Senado, la Corte y parte de la Cámara de Diputados se trasladaron allí, antes de que el ejército nacional al mando de Roca sitiara Buenos Aires.

El enfrentamiento fue particularmente cruento; tras feroces combates en Olivera, Puente Alsina, Barracas y en los Corrales (actual Parque Patricios, cerca de San José de Flores), las tropas de Tejedor fueron derrotadas. Aunque Mitre había prestado apoyo a los insurrectos, ofició como mediador, y obtuvo la firma de un acuerdo disponiendo el desarme de la milicia provincial y la renuncia de Tejedor.

El Congreso, desde la sede provisoria de Belgrano — en el edificio del actual Museo Histórico Sarmiento —, disolvió la legislatura porteña. El 24 de agosto de 1880, Avellaneda presentó un proyecto de ley por el cual se declaraba a Buenos Aires capital de la República y se la ponía bajo control directo federal; el 21 de septiembrela ley fue aprobada, y el 6 de diciembre fue promulgada por el nuevo presidente Julio Argentino Roca. Con su ratificación días más tarde por la legislatura porteña, se separó a Buenos Aires de la provincia homónima. La capital de esta última se trasladaría a la ciudad de La Plata, fundada ad hoc y se establecería el gentilicio bonaerense para los nacidos en la provincia manteniendo porteño para los nacidos en la ciudad.
Primera presidencia

Con la asunción presidencial de Julio Argentino Roca, el 12 de octubre de 1880, culminó la etapa histórica llamada “de las presidencias históricas” y se inició el período denominado “república conservadora”, que fue apoyado por una élite que integró la generación del ochenta.

Al momento de asumir Roca tenía 37 años, lo que lo hace el segundo presidente más joven de la historia argentina, precedido sólo por Avellaneda, su antecesor, que tenía sólo unos meses menos al asumir su gobierno. El lema de su gobierno fue «Paz y administración»:

Necesito paz duradera, orden estable y libertad permanente; y a este respecto lo declaro bien alto desde este elevado asiento, para que me oiga la República entera, emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Poder Ejecutivo para evitar sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública.

El sistema político que lo había llevado a la presidencia, y que mantuvo una notable estabilidad hasta mucho después de que la abandonara, reposaba sobre una serie de acuerdos inestables entre los gobernadores provinciales –que controlaban las elecciones por medio del fraude electoral y el clientelismo– y el presidente, que disponía del control del presupuesto nacional a favor o en contra de las provincias y podía deponer a los gobernadores desafectos por medio de las intervenciones federales.

Necesitados mutuamente, los gobernadores y el presidente llevaban a cabo continuos acuerdos que permitían a unos y otros avanzar en las políticas deseadas. En todo caso, la estabilidad de semejante sistema exigía –en la práctica– la inexistencia de cualquier oposición; a ese objetivo apuntaban también las prácticas políticas fraudulentas.

Durante su gestión se sancionó el Código Penal y el de Minería de la Nación; se organizó el gobierno municipal de la nueva Capital Federal y se fundó la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

La situación sanitaria del país no había mejorado significativamente desde la epidemia de fiebre amarilla de 1871: entre 1884 y 1887, una serie de epidemias de cólera causaron centenares de muertos en la capital y el interior.

Economía de Julio Roca

Roca inició su mandato en una situación económica favorable, ya que las exportaciones aumentaban rápidamente en volumen y en valor. El sistema económico se sostenía por el intercambio de productos primarios —exclusivamente de origen agropecuario, y en gran medida generados en la región pampeana— por productos manufacturados del exterior, especialmente de Europa.

El principal rubro de exportación era, por mucha diferencia, la lana de oveja; marginalmente se notaba el crecimiento de las exportaciones de granos, pero éstas no serían importantes hasta la última década de ese siglo. Dos rubros que iban cediendo terreno eran los cueros y el tasajo, mientras aumentaba la exportación de ganado en pie hacia los países vecinos. A principios de esa década se inició la exportación de carne congelada, pero no sería hasta la década siguiente que ésta reemplazó a la lana como principal renglón de las exportaciones.

Pero la situación financiera del estado y de los particulares no permitía aprovechar rápidamente estas circunstancias, de modo que acudió masivamente al crédito, especialmente a empréstitos extranjeros.

El estado nacional prácticamente carecía de moneda propia, a lo que el gobierno de Roca respondió creando el Peso Moneda Nacional (símbolo: m$n) que tuvo vigencia en el período 1881-1969. La Ley de Moneda Nacional, unificó el sistema monetario argentino y permitíó la emisión de moneda al Banco Nacional.

Una breve crisis económica estallada a fines de 1884 fue solucionada decretando el curso forzoso del papel moneda y tomando un nuevo empréstito externo.

Gran parte de los recursos económicos fueron destinados a obras de infraestructura, tales como los ferrocarriles –cuya extensión pasó de 2516 a 6161 km durante su mandato– y los edificios públicos. Asimismo, una parte muy importante de los recursos se destinó a construir edificios importantes, principalmente en Buenos Aires y la nueva capital bonaerense, La Plata.

Se inició una política de créditos a los particulares, de los cuales una proporción alarmante fue a parar a manos de especuladores y hasta de deudores crónicos, que nunca los cancelarían.

No obstante, la continuidad de la bonanza económica y del crecimiento de la producción agrícola –impulsada por esa misma bonanza– permitió llevar adelante su política de inversiones sin mayores sobresaltos.

Política educativa y cultural

Impulsado por el laicismo, el presidente Roca y su gobierno se esforzaron por separar la Iglesia Católica del estado: se sancionó la ley de Registro Civil y, tras la celebración del primer Congreso Pedagógico Nacional, se impulsó la Ley 1420 de Educación, iniciativa del expresidente Domingo Faustino Sarmiento, por entonces director del Consejo Nacional de Educación, quien consideraba que la educación es la principal herramienta democratizante de una sociedad. La ley estableció la educación primaria obligatoria, gratuita y laica.

A través de la Ley de Educación, Roca y Sarmiento consiguieron tres objetivos: el primero, obligar el acceso a la educación básica de la población argentina; el segundo, reducir los niveles de analfabetismo nacional y el tercero, utilizar a estos recursos como un instrumental hábil para el afianzamiento de la democracia.

En virtud de esa ley se realizaron grandes progresos en cuanto a la alfabetización de la población: a su llegada existían 1214 escuelas públicas en todo el país, legando a su sucesor un total de 1804; las escuelas normales, destinadas a educar maestros, pasaron de 10 a 17, el total de docentes aumentó de 1915 a 5348, y el número total de alumnos pasó de 86.927 a 180.768.

El internuncio apostólico, monseñor Luigi Matera, atacaba con un tono exaltado la Ley de Educación porque prohibía a las escuelas públicas impartir educación religiosa, incluyendo velados llamados a la desobediencia civil. En respuesta, por orden del presidente Roca, el ministro Francisco J. Ortiz devolvió sus credenciales al nuncio y ordenó su salida inmediata del país; las relaciones exteriores con la Santa Sede quedaron interrumpidas durante varios años.38 Como respuesta se formó una agrupación política católica liderada por José Manuel Estrada, que pretendió enfrentar la hegemonía liberal y anticlerical del grupo gobernante, que consideraban atacaba a la religión tradicional.

Incorporación de los territorios indígenas

Tras la Conquista del Desierto, sucesivas campañas lanzadas contra los últimos grupos mapuches independientes, como las de 1881 y 1882, permitieron incorporar los actuales territorios de Neuquén y sur de Río Negro. Otras campañas permitieron ocupar el actual territorio de Chubut, hasta la rendición final del cacique Sayhueque, el primer día del año 1885.

En el otro extremo del país, la conquista del Chaco argentino, llevada a cabo durante los años 1881 a 1889, enfrentó problemas serios de abastecimiento de agua y de sanidad de los expedicionarios. La campaña más importante, llevada adelante por el Ministro de Guerra Benjamín Victorica, tuvo lugar en 1884. Aunque la conquista del Chaco no puede considerarse completa hasta los últimos años del siglo XIX, la mayor parte de la misma tuvo lugar bajo el gobierno del general Roca.

En 1884 se sancionó la Ley 1.532 de Territorios Nacionales, por la cual se establecieron los territorios nacionales de Misiones, Formosa y Chaco en el norte, y los de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego en el sur. Se establecía que los mismos pasarían a ser provincias, en igualdad con las demás ya constituidas, cuando alcanzaran los 60 000 habitantes.

En los nuevos territorios hubo continuos conflictos de propiedad entre propietarios que habían comprado sus títulos en Buenos Aires y pobladores establecidos en el lugar. La situación de los indígenas era mucho peor, ya que eran reunidos a la fuerza en reducciones ubicadas en tierras marginales y que -en muchos casos- se mudaban periódicamente de lugar.

La única excepción la constituía la colonia galesa del Chubut, organizada social y culturalmente al margen de la sociedad argentina, pero cuidadosamente controlada por las autoridades. Desde 1884, tuvieron incluso su propio ferrocarril.

Política exterior

La principal preocupación en política exterior del gobierno de Roca fue fijar los límites con Chile, que nunca habían sido determinados con suficiente precisión. Roca aprovechó que en ese año de 1881, Chile estaba disputando la Guerra del Pacífico contra los aliados Bolivia y Perú, y le resultaba conveniente no tener un segundo frente abierto con Argentina.

A este fin se firmó en Buenos Aires el Tratado de Límites con ese país, del año 1881; que establecía que «La línea fronteriza correrá en esa extensión por las cumbres más elevadas de dicha Cordillera que dividan las aguas y pasará por entre las vertientes que se desprenden a un lado y otro…» hasta el paralelo 52 Sur; a partir de allí se fijaba que el Estrecho de Magallanes sería enteramente chileno, que una fracción de la isla Grande de Tierra del Fuego pertenecería a la Argentina, que las islas ubicadas al sur del canal de Beagle hasta el cabo de Hornos pertenecerían a Chile; mientras que la isla de los Estados y las demás islas que haya sobre el Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia pertenecerán a la República Argentina.

Si bien el tratado resultó un evidente avance, quedaban varios temas sin resolver, especialmente determinar los límites en las extensas áreas en que las “cumbres más elevadas” no coincidían con la divisoria de aguas.

Una expedición, al mando de Augusto Lasserre, visitó Tierra del Fuego en octubre de 1883, ocasión en que compró al misionero británico Thomas Bridges sus instalaciones sobre el canal de Beagle, fecha en que quedó fundada la ciudad de Ushuaia.

La Argentina procuró también asegurarse la posesión de los valles más ricos de los Andes patagónicos; el gobernador del Territorio Nacional del Chubut, Luis Jorge Fontana, ocupó el Valle 16 de Octubre, donde fundó la ciudad de Trevelin junto a los colonos galeses, en el mes de octubre de 1885.

En cuanto a las relaciones con Europa, el gobierno priorizó todas las acciones destinadas a estrechar relaciones comerciales o a fomentar la inmigración. Respecto a ésta, se firmaron acuerdos con varios países para asegurar la continuidad del flujo inmigratorio hacia la Argentina.

Las relaciones con Gran Bretaña, excelentes durante toda su presidencia, alentaron a Roca a reiniciar los reclamos argentinos por la soberanía sobre las islas Malvinas, que habían sido iniciadas en la época de Juan Manuel de Rosas, pero no habían sido formalmente reclamadas por ningún gobierno de la época de la Organización Nacional.

Por orden del presidente Roca, el ministro Ortiz informó al representante del Reino Unido en Buenos Aires que su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el asunto. Pese a que ese mecanismo había sido fomentado por Gran Bretaña en distintos conflictos entre naciones sudamericanas, el intento fue rechazado de modo rotundo.

A fines de su mandato, el apoyo dado por su gobierno a José Miguel Arredondo durante la Revolución de Quebracho generó un breve incidente con el Uruguay, que se solucionó con la promesa —que nunca se cumpliría— de castigar a los responsables de esa ayuda.
Acciones posteriores tras la presidencia

Fue sucedido por su concuñado, Miguel Juárez Celman, aunque los resortes de la política nacional siguieron en buena medida en manos de Roca. El esfuerzo de Juárez Celman por apropiarse de la estructura del PAN llevó a la concentración de todo el poder en manos del presidente, lo que se llamó el Unicato. El nombre provenía de su intención ser reconocido como Jefe Único de la Nación.

En su mensaje al Congreso del año 1889, Juárez Celman afirmó que

No existe otro partido que el Partido Autonomista Nacional, al cual pertenecen las mayorías parlamentarias y todos los gobiernos de la nación y sus estados.

Hacia 1890 hizo eclosión una grave crisis económica, que sumada a la corrupción y la oposición generalizada a las pretensiones hegemónicas de Juárez Celman, crearon el ámbito propicio para la Revolución del Parque, estallada el 26 de julio de 1890: los rebeldes controlaron gran parte de la ciudad de Buenos Aires durante tres días, aunque fueron finalmente derrotados.

Juárez Celman ya no contaba ya con apoyo alguno: el expresidente Roca se había enemistado profundamente con él, y el vicepresidente Carlos Pellegrini le negó su apoyo, por lo que el presidente terminó por renunciar.

Durante la presidencia de Pellegrini, Roca se mostró como su principal aliado político; con su apoyo, el nuevo presidente logró revertir la crisis por medio de un programa de austeridad, la renegociación de la deuda pública y la reformulación del sistema bancario en base al Banco de la Nación Argentina, fundado en 1891.

La continua expansión del área sembrada, especialmente de trigo, junto al alza de los precios de éste y de la carne ayudaron significativamente a superar la crisis; el ciclo de la lana daba paso al ciclo de los granos y la carne.

En 1891 se inició la búsqueda de un sucesor en la presidencia: la principal candidatura parecía ser la de Roque Sáenz Peña, líder del Partido Modernista, seguida por la del expresidente Bartolomé Mitre, candidato de la Unión Cívica, que había liderado la revolución del 90. Roca comenzó a maniobrar para destruir ambas amenazas: primeramente ofreció a Mitre la candidatura presidencial por el PAN, a cambio de que uniera las listas de candidatos del partido oficialista y de la UC.

La mayoría de la Unión Cívica rechazó el acuerdo, por lo que los seguidores de Mitre se separaron de la misma, fundando la Unión Cívica Nacional, que durante diez años continuaría con la política del acuerdo y por su parte, los seguidores de Alem fundaron la la Unión Cívica Radical, dirigida por Leandro N. Alem.

Entonces Roca convenció a Mitre de que ambos debían mostrarse prescindentes, y a continuación convenció al padre de Roque Sáenz Peña, Luis Sáenz Peña (un jurista con muy escasa vocación política) de ser el candidato oficialista a la presidencia, entonces por respeto el hijo renunció a su candidatura presidencial para no enfrentar electoralmente al padre.

Como última acción convenció a Pellegrini de arrestar a Alem y los principales dirigentes radicales, acusándolos de haber planeado una sangrienta revolución. Preso el candidato presidencial de la UCR, las elecciones se hicieron sin otra lista que la oficialista: Luis Sáenz Peña y José Evaristo de Uriburu fueron elegidos presidente y vice por unanimidad del Colegio Electoral.

Durante la presidencia de Sáenz Peña tuvo lugar una nueva revolución radical, la cual —sumada a la evidente incapacidad del presidente para llevar adelante una gestión política— llevó a su renuncia en 1895. Tras una frustrada participación en elecciones provinciales, la UCR se encerró en una abstención electoral absoluta.

El sucesor de Sáenz Peña fue José Evaristo Uriburu, un político capaz pero sin ambiciones personales; bajo su gobierno, Roca se presentó como el único candidato capaz de reunir los apoyos necesarios —tanto a nivel del gobierno nacional como en las provincias— para sostener una candidatura presidencial exitosa. Sobre la base de acuerdos entre cúpulas y elecciones fraudulentas, Roca volvió a ser elegido presidente en 1898.
Segunda presidencia

Julio Argentino Roca asumió por segunda vez la Presidencia de la República Argentina, el 12 octubre de 1898. Todas las provincias le respondían, excepto una: la provincia de Buenos Aires, donde el control por parte de la prensa impidió el fraude y la presión sobre los electores, triunfó el radical Bernardo de Irigoyen. Pero aún esta oposición le era útil a Roca, ya esta candidatura había dividido a los radicales entre el ala que prefirió participar en las elecciones, y el ala revolucionaria dirigida por Hipólito Yrigoyen, que se aferró firmemente a la abstención. Pese a que ambos grupos compartían la sigla partidaria, desde entonces se separaron progresivamente, ya que el anciano gobernador entró en sucesivos acuerdos políticos con el roquismo.

Su Ministro de Instrucción Pública, Osvaldo Magnasco, proyectó crear gran cantidad de escuelas técnicas y agrotécnicas, de las que hasta entonces existían muy pocas. El intento fue rechazado por el Congreso, y Magnasco debió renunciar después de haber creado apenas unas decenas de escuelas técnicas.

El primer Ministro de Guerra de Roca, Luis María Campos, fundó la Escuela Superior de Guerra, para lograr una formación constante y renovada del pensamiento militar argentino, así como la investigación ininterrumpida en materia de defensa nacional, estrategia e historia militar.68 Su segundo Ministro de Guerra, Pablo Riccheri, estableció el servicio militar obligatorio por la Ley 4031.

También se inició una acelerada modernización del Ejército, y se adquirieron nuevas bases militares, como Campo de Mayo, con la intención de evitar que los cuarteles dentro de la Capital fueran instrumento para revoluciones militares. Se refundó el Regimiento de Granaderos a Caballo que había creado el general José de San Martín, para funcionar como escolta del Presidente de la Nación.

Durante sus presidencias continuó el desarrollo de la telegrafía argentina. En 1905 se finalizó el enlace telegráfico que unía Cabo Vírgenes en el Estrecho de Magallanes con la red nacional, que para entonces contaba con 50.000 km de recorrido, que en relación a una población de 8 millones la convertía en una de las más importantes del mundo. También sería uno de los principales propulsores del uso militar de dicha tecnología.

Política exterior

A menos de tres meses de iniciado su gobierno, Roca emprende un viaje al sur del país; el primer paso fue una breve visita a la colonia galesa del Chubut. Siguió su navegación hasta Ushuaia y desde allí prosiguió su viaje por el Canal Beagle hacia el oeste, continuando luego por el Estrecho de Magallanes hasta Punta Arenas, donde se entrevistó con el presidente Errázuriz, en un gesto que sirvió para acelerar la resolución del litigio de la Puna de Atacama, la cual se resolvió con un laudo arbitral del presidente norteamericano James Buchanan, que éste saldó el 24 de marzo de 1899.

Como consecuencia del mismo, en el año 1900 se creó el nuevo Territorio Nacional de Los Andes.

A continuación visitó el Uruguay y el Brasil, visitas que fueron correspondidas por los presidentes de esos países, en un intercambio sin mayores consecuencias.

En 1901, por iniciativa presidencial, el gobierno reinició las relaciones diplomáticas con la Santa Sede; en los años siguientes hizo varios gestos de acercamiento con la jerarquía católica.

El 28 de mayo de 1902, su representante en Chile firmó con ese país los llamados Pactos de Mayo, que limitaban la carrera armamentista con ese país, y acordaba someter al arbitraje de la corona británica los diferendos limítrofes que ya se habían suscitado y los que se suscitaran en el futuro.

En diciembre de 1902, el Canciller Luis María Drago inició una amplia campaña para repudiar el ataque militar por parte del Reino Unido y el Imperio alemán a las costas de Venezuela en reclamo del pago de deudas, estableciendo la Doctrina Drago, principio de aceptación universal desde entonces, que prohíbe que la deuda pública pueda dar lugar a una intervención armada.

En 1902, el alférez José María Sobral participó en la expedición de Otto Nordenskjöld, que a su vez fue rescatada al año siguiente -tras la pérdida del buque en que viajaban, por el teniente Julián Irízar. En 1904, la Argentina inició la ocupación del primer establecimiento permanente en territorio antártico, al establecer una base en las islas Orcadas del Sur.

Política económica

La economía argentina había sufrido importantes cambios en la década anterior, dejando de girar en torno a la exportación de la lana para pasar a depender de las exportaciones de carnes vacunas —primeramente congeladas y luego enfriadas— y de granos, principalmente trigo, maíz y lino.

El Ministro de Obras Públicas Emilio Civit inició una moderada reforma en la política de concesiones ferroviarias, frenando la expansión de las empresas privadas, aumentando la extensión de las líneas estatales y ejerciendo con algún rigor el control de las tarifas de las empresas británicas, que estaban conscientemente diseñadas para perjudicar las producciones locales que pudieran competir con las británicas.

La economía seguía creciendo, movida por un constante aumento de los precios agropecuarios, que se mantenía desde los años de Uriburu. De modo que el presidente quiso aprovechar la ocasión para reorganizar la situación financiera y unificar las deudas externas. Pero la situación económica se complicó cuando se inició una rápida baja del valor del papel moneda en relación con el oro. En términos actuales, se había producido un proceso de inflación acelerada en términos de papel moneda. Sólo quienes tenían sus ingresos asegurados en pesos oro estaban libres de la misma. En respuesta, el senador Pellegrini presentó y defendió la Ley de Conversión, que era un primer paso para el regreso a la libre convertibilidad.

Dos años más tarde, el mismo Pellegrini fue encargado por el presidente de iniciar gestiones en Europa para unificar la deuda externa del país: debía canjear una deuda de 392 millones de pesos oro a distintas tasas por otra de 435 millones al 4 %. Según Pellegrini, eso significaría un ahorro neto de 10 millones, pero la opinión pública entendió que se aumentaba el monto total en 43 millones.

Cuando el proyecto fue presentado en el Senado, fue aprobado por una escasa diferencia de los senadores presentes, porque la mayor parte de sus opositores se había ausentado. Y en la discusión en la Cámara de Diputados, Pellegrini mismo debió confesar al diputado José Antonio Terry que el país se comprometía a girar diariamente a una cuenta especial en el Banco de la Nación el 8 % de los ingresos diarios de la Aduana. La opinión pública estalló de indignación y una gran cantidad de estudiantes salió a la calle –en Buenos Aires, Rosario y La Plata– para protestar contra el proyecto y también contra la ausencia de una democracia real. Fue la manifestación opositora más grande que se hubiera visto hasta entonces en el país, y concluyó con incidentes de violencia.

El gobierno respondió pidiendo al Congreso la declaración del estado de sitio, y enseguida el presidente retiró el proyecto de unificación de la deuda, asignándole la autoría del mismo a Pellegrini.

En los primeros años del siglo XX se multiplicaron las protestas gremiales y sociales; surgió la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) y tuvieron lugar las primeras huelgas violentas de trabajadores. Los patronos las enfrentaron con rompehuelgas, apoyados por la policía, con la que se produjeron enfrentamientos armados; especialmente notorios fueron los enfrentamientos de noviembre de 1902 en la ciudad de Buenos Aires y en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. La única respuesta del gobierno a la conflictiva situación social fue el proyecto de Código de Trabajo impulsado por el Ministro del Interior Joaquín V. González, que no llegó a obtener sanción parlamentaria.

Reforma política de Julio A. Roca

En respuesta al desaire en el tema de la deuda pública, Pellegrini rompió con Roca y comenzó a formar el Partido Autonomista, en que comenzaron a militar varios dirigentes que habían sido seguidores de Juárez Celman y los miembros de un efímero Partido Demócrata, y al que se unió también Roque Sáenz Peña. Por su parte, los seguidores de Mitre habían abandonado la Unión Cívica Nacional para formar un nuevo partido, el Partido Republicano. A pesar de la importancia que la prensa les asignaba, en las elecciones de 1902 –en que aún no se había aprobado el sistema uninominal– ambos partidos obtuvieron pobres resultados.

En la provincia de Buenos Aires, Marcelino Ugarte derrotó al candidato de Roca y del gobernador Irigoyen, con lo que accedió al gobierno; enseguida reforzó su estructura caudillista, extendió las redes de sus contactos, y negoció su incorporación al Partido Nacional.

Si bien animado por la misma concepción de «progreso» —creación de infraestructura, fomento de la inmigración, definición de un perfil agroexportador— que el grupo de Roca, Carlos Pellegrini y otros políticos del autonomismo como Roque Sáenz Peña se plantearon la necesidad de abandonar el caudillismo en la política y el fraude electoral como mecanismo de acceso al poder, buscando abrir aunque fuera un poco los canales de participación y aumentar el número de votantes.

El alejamiento de Pellegrini provocó una crisis de gabinete y obligó a Roca a reorganizar el PAN. Durante el resto de su mandato debió cambiar de ministros varias veces.

Por su parte, sorprendido por las protestas de julio de 1901, Roca decidió distraer a la opinión pública proponiendo y logrando la sanción de una Ley que establecía una reforma política ideado por el Ministro del Interior, Joaquín V. González: en busca de aumentar la representatividad de los diputados, se reemplazaba el sistema de elecciones por lista completa por una división del país en circunscripciones, en cada una de las cuales se elegiría un diputado.

Roca decidió controlar la elección de su sucesor, para lo que convocó a una Convención de Notables, que discutió varias alternativas. Tras el fracaso de la casi segura candidatura de Felipe Yofre, ésta eligió a un antiguo mitrista, Manuel Quintana, y al ex gobernador cordobés José Figueroa Alcorta para vicepresidente.

La ley de circunscripciones uninominales se aplicó solamente a la elección de diputados nacionales y electores de presidente en el año 1904; no tuvo efectos notables en la distribución de cargos políticos, con la sola excepción de la elección de Alfredo Palacios, primer diputado del Partido Socialista, que había sido fundado en 1896. Por su parte, Quintana fue elegido por aplastante mayoría, en unas elecciones en que el número de votos sólo aumentó significativamente en Buenos Aires y la Capital.
Últimos años y fallecimiento

Terminado su mandato, Julio Roca se alejó de la vida pública, residiendo la mayor parte del tiempo en su estancia «La Paz», cerca de Ascochinga, Córdoba. Aunque el autonomismo siguió controlando el gobierno por una década más, la falta de su conducción permitió a un sector del mismo desafiar a los amigos de Roca. Durante la presidencia de José Figueroa Alcorta se dedicaron a obstruir todas sus iniciativas en el Congreso.

En enero de 1908, el Congreso se negaba todavía a tratar el Presupuesto Nacional para el año que ya había empezado. Figueroa Alcorta retiró el proyecto, decretó que regía el presupuesto del año anterior y clausuró el Congreso con la policía.

A continuación intervino activamente en la política de las provincias, declaró la intervención federal de dos de ellas, se alió con antiguos colaboradores de Juárez Celman y amigos de Pellegrini; con el PAN completamente renovado derrotó a los amigos de Roca en marzo de 1908, logrando mayoría parlamentaria y unificando los gobiernos provinciales bajo su dirección. El esquema político de Roca estaba liquidado.

El general Julio Argentino Roca falleció el 19 de octubre de 1914 en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina. Sus restos reposan en el Cementerio de la Recoleta.

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