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Alicia Moreau de Justo

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Alicia Moreau de Justo nació el 11 de octubre de 1885, en el exilio de sus padres en Londres, donde habían buscado refugio contra las persecuciones luego de la derrota de la Comuna de París de 1871, de la que Armand Moreau, su papá, había participado activamente.

Poco después del nacimiento de Alicia, la familia migró a Buenos Aires, donde Armand se vinculó al grupo socialista francés Les Égaux («Los Iguales»), una de las organizaciones que en 1896 se unirían para fundar el Partido Socialista.

En 1902, Alicia comenzó sus estudios en el Normal 1, de la avenida Córdoba de la capital, donde dos años después se recibió de maestra. Allí tuvo como profesor de filosofía a Hipólito Yrigoyen. Más tarde recordará que de aquella relación “nació con el profesor una amistad, aunque algo limitada”. Fue a raíz de la exposición de un tema en clase: “Yo tome una cuestión relacionada con la organización de las sociedades primitivas, (…) que había leído en una obra que pertenecía a mi padre. Se llamaba Las sociedades primitivas…  Cuando expuse el tema, advertí la sorpresa de mis compañeras y del mismo profesor; resulté ser la alumna que más se había distinguido, y fui citada a la dirección. Tuve que explicar en presencia de las autoridades cuál era la razón que me había guiado a tomar semejante tema. (…) Debí responder, además, a una cantidad de preguntas de carácter más bien personal que me hizo Hipólito Yrigoyen. Quería saber quiénes eran mis padres, su origen, qué era lo que me interesaba de mis estudios…”.

En 1906 participó en el Congreso Internacional de Libre Pensamiento. Sería el comienzo de su militancia feminista. En aquella oportunidad presentó un trabajo titulado “Educación y revolución” sobre la educación en la Revolución Francesa, que le valió el reconocimiento de importantes figuras, entre ellas, José Ingenieros, Juan B. Justo, Margarita Ferrari, María Abella de Ramírez, Enrique del Valle Iberlucea y Enrique Dickman. El diario socialista La Vanguardia destacó su trabajo como “uno de los más importantes entre los conocidos”. Decía entre otras cosas la joven Alicia: “La Iglesia ha perdido su prestigio, el mundo se ríe de las excomuniones. Si ha caído este poder, inmenso en una época, si la humanidad se ha curado de uno de sus mayores males, ¿cómo no ha de curarse de los otros, curarse del dogma patriótico? Desaparecerán las desigualdades sociales que hacen que la inmensa mayoría de la gente tenga ante todo el derecho de sufrir al lado de los que tienen el de gozar de la vida en toda su belleza”.

Tras el éxito en el congreso, Alicia no tardó en ser convocada para dar cursos en la Sociedad Luz, una institución creada para promover la educación obrera. Allí Alicia enseñaba desde filosofía, astronomía o las teorías científicas hasta los efectos del consumo de alcohol, la trasmisión de enfermedades venéreas y la prevención y el tratamiento de la tuberculosis.

En 1910, la propia Moreau creó el Ateneo Popular, un destacado centro de difusión de cultura que se proponía elevar intelectualmente a la clase obrera. Comenzó también a colaborar con el dirigente socialista Enrique del Valle Iberlucea, identificado con la «izquierda» partidaria, como redactora del periódico Humanidad Nueva.

Su compromiso con la realidad la impulsó a apoyar la huelga de inquilinos de 1907, que estalló cuando los habitantes de los conventillos de Buenos Aires, Rosario, La Plata y Bahía Blanca decidieron no pagar sus alquileres frente las pésimas condiciones de vida en los inquilinatos y al aumento desmedido aplicado por los propietarios. Más tarde participó en la creación de la Liga de los Derechos del Niño y en el Comité Pro Derecho del Sufragio Femenino de Escribió.

En 1907 había comenzado sus estudios universitarios que le darían su título de médica en 1914. Su tesis doctoral en medicina fue sobre la función endocrina del ovario; en el Hospital de Clínicas, donde realizó su residencia, se relacionó con prostitutas, y pronto se especializó en enfermedades femeninas e instaló un consultorio en Esmeralda y Marcelo T. de Alvear.

Cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, se puso al frente del movimiento pacifista, una bandera que sostuvo en alto a lo largo de su vida.  En septiembre de 1939, al desatarse la segunda contienda que puso al mundo al borde del abismo, publicó un artículo en el que sostenía: “No basta combatir la guerra; es necesario combatir las causas permanentes de la guerra: el aislamiento económico, que  hambrea, el nacionalismo, que intoxica mentalmente a los pueblos; la diplomacia secreta, que los envuelve; el armamentismo, que los  empobrece y los arrastra al conflicto, el endiosamiento de los conductores que los convierte en dóciles rebaños. No basta combatir la guerra. Es necesario unirse a todas las fuerzas que acercan y funden a los hombres, que mezclan las naciones y las lenguas, que aceleran la cooperación, que barren las fronteras; es necesario crear las formas políticas, que hagan imposibles el predominio individual o de clase; es necesario llegar, por fin, a hacer del pueblo el verdadero y único soberano. Esa será la conquista de la paz”.

En 1919 participó como delegada en el Congreso Internacional de Obreras que se reunió en Washington, donde tomó contacto con las sufragistas norteamericanas. A su regreso fundó la Unión Feminista Nacional a la que adhirieron, entre otras, la poetisa Alfonsina Storni. Al año siguiente esta agrupación llevó adelante un impactante simulacro de votación en el marco de las elecciones legislativas del 9 de marzo de 1920.

En 1921, la doctora Moreau se afilió al Partido Socialista y al año siguiente se casó con su líder histórico, el doctor Juan B. Justo, con quien tuvo tres hijos. Tras afiliarse al socialismo, seincorporó al Comité Ejecutivo, en el que tendría a su cargo la coordinación de las agrupaciones feministas socialistas. Su tarea fue fundamental para la obtención de los derechos de la mujer -que no incluyeron los cívicos- en 1926. En 1928 Juan B. Justo murió de un síncope cardíaco, pero Alicia no bajaría los brazos y siguió luchando incansablemente, apoyando la candidatura de Nicolás Repetto a la vicepresidencia en plena década infame. En 1932, el socialismo presentó un proyecto en la Cámara de Diputados para establecer el sufragio femenino, pero fue rechazado por la amplia mayoría de los conservadores. Apoyó la causa republicana en la Guerra Civil Española, fue férrea opositora al gobierno de Juan Domingo Perón y fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos. En su artículo “¿Qué es un partido político?”,  Alicia hacía explícito uno de sus deseos más altruistas:“queremos borrar la crueldad ancestral, los odios raciales y nacionales –decía para reemplazarlos por la bondad y la tolerancia, que son la base moral de la cooperación y del entendimiento dentro y por encima de las fronteras”.

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