Esta leyenda tiene su origen en la mitología Mapuche. La Leyenda: Por boca de Guinechén o Gnechén, un machi (hechicero) supo que en la
cima del cerro Domuyo estaba encantada una joven hermosísima, custodiada por un toro colorado y un caballo oscuro. Aquel, encarnando un espíritu tenebroso, hacía
despeñar las piedras sobre los que intentaban acercarse, y éste, desataba el viento y las tormentas. La joven había ido por oro -pues en la cima hay un tronco de oro-
y había quedado encantada por los dioses de la Montaña. Enterado de la revelación, un valiente cacique ofreció escalar el cerro, romper el encantamiento y rescatar a la joven. Pero
ni bien puso los pies en las sagradas faldas del Domuyo, fue blanco de una lluvia de piedras sonoras. Después, piedras enormes que formaban los flancos del
cerro, amenazaban desplomársele encima. No lo hicieron -dice la leyenda- por la especial protección de Hualichi, a quien había invocado y Guinechén que le había dado su asentimiento.