A principios del siglo XX, la ciudad comenzó a cobrar un lenguaje monumentalista que se evidencia en las edificaciones construidas entre los años 1870 y 1930, pero también se refleja en el ensanche de sus avenidas, en el trazado de la Avenida de Mayo, que constituye el Eje Cívico, y en la creación de Diagonal Norte y Diagonal Sur.
El Obelisco, fue creado para honrar los 400 años de la primera fundación de la ciudad por Pedro de Mendoza, 60 días en total fue lo que se tardó en construirse en el año 1936, a cargo del arquitecto tucumano Alberto Prebisch, y fue levantado en donde estuvo la Iglesia San Nicolás de Bari, que también es el mismo lugar donde se izó por primera vez la bandera argentina.
Con el tiempo, su monumentalidad y a su ubicación estratégica, se convirtió en un ícono de la Ciudad y de la Argentina.
El Obelisco es el emblema de Buenos Aires, es el lugar donde el porteño celebra toda clase de victorias nacionales, o donde se hacen los reclamos, sitio de piquetes y festejos populares, el Obelisco ha sido intervenido por performances de artistas o indiscriminadamente vandalizado.
También se ha sido escenario de rock y de orquestas de música clásica, fue sin embargo duramente criticado, surgió como símbolo de la Buenos Aires moderna tras años de demolición y transformación del área circundante. La Plaza de la República y la Avenida 9 de Julio, las Diagonales Norte y Sur y el ensanche de calles como Corrientes y Belgrano se materializaron en la primera mitad del siglo XX como importantes gestos urbanos en que la gran aldea se convirtió en metrópolis.
La rapidísima construcción del Obelisco, en reemplazo de un hito del templo parroquial San Nicolás de Bari, incentivó la polémica entre los partidarios de la renovación de la ciudad y los sectores más tradicionalistas.
Planeado para convertirse en centro de ese núcleo de avenidas, el intendente Mariano de Vedia y Mitre, hizo construir al arquitecto tucumano Alberto Prebisch, su proyecto de obelisco de 67,5 metros de altura, de hormigón, hueco, simple y enigmático, racionalista y puro, fue juzgado enseguida de inútil por gran parte de la sociedad del momento. Tan mal fue recibido que los diarios de la época lo llamaron “tachuela monumental”, “armatoste sin sentido” y “bodrio en perspectiva”. Sin presentir su destino de postal porteña, lo defenestraron por “feo punzón”.
El Obelisco se hizo en tiempo récord por 157 obreros que usaron 680 m3 de cemento y 1300 m2 de piedra calcárea blanca Olaen de Córdoba, los cimientos se colocaron sobre los túneles de la línea B de subterráneos, y cada una de sus cuatro caras recuerda un hecho histórico: la primera fundación, fue en 1536; la segunda y definitiva, en el año 1580; la primera vez que se izó la Bandera Nacional en Buenos Aires, en la torre de la iglesia de San Nicolás en el año 1812; y la constitución de la ciudad como Capital Federal, en el año 1880.
En el lado oeste está su única puerta de entrada, las cuatro ventanas de todo el monumento están en la cúspide, que se puede llegar sólo por una escalera marinera, recta y sin baranda, de 206 escalones y siete descansos.
Cuando hace poco, con motivo de los 80 años del Obelisco, el gobierno de la ciudad convocó a 80 vecinos a trepar su interior. El éxito de la propuesta fue tal que se presentaron 12.000, ansiosos por conocer las entrañas del ícono porteño y la vista panorámica, los modernos ciudadanos confirmaron que ya no piensan como aquellos que en la década del 30 le dieron la espalda y amagaron demolerlo.
En 1939, el obelisco estuvo a punto de ser derribado
Solo 3 años posteriores a su inauguración, en el año 1939, cuando por votación, el Concejo Deliberante sancionó su demolición por razones estéticas y de seguridad pública, apareciendo en 1938 destruidas las gradas donde niños de colegios primarios y secundarios de la ciudad habían celebrado el Día de la Bandera el día anterior, esa noche se produjeron los desprendimientos que podrían haber sido fatales.
Para terminar con el peligro de que nuevas placas de piedra pudiesen caerse, fueron reemplazadas por revoque de cemento en el que se imitó el dibujo de las lajas.
También lo acusaban de provocar problemas urbanísticos, como cortar las visuales de las avenidas Corrientes y Diagonal Norte, asu favor había argumentos de otro tipo, como que los turistas acudían a visitarlo, y se había transformado en símbolo geográfico pues los negocios circundantes ya anunciaban su proximidad a él.
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